En este blog os cuento mis reflexiones fruto de mi trabajo y de la vida…un poco más sobre mí. Pocas veces observo a través de estos medios un honesto miedo exponiéndose, o una angustia desnuda, o una dificultad reconocida. Especialmente si nos dedicamos a la formación o a la terapia…a veces sólo mostramos esa cara que ya se lo sabe todo, en forma de sonrisa, de frase reveladora o de paisaje
bucólico… esa parte exitosa que imparte cursos en los que la gente se divierte y aprende…esa que está disponible para el que necesita ayuda.
Y no es que esa parte no sea en parte verdad…es que me gustaría que conocieras también mis dificultades, mi incesante duda, mi sonrisa…y mis tropiezos.
Mayo, el mes de las flores ha sido un mes para mí de cancelar planes; de que las cosas no salgan como yo esperaba, de decir varias veces “no puedo”. A veces cuando cancelo una actividad me entra una inmensa culpa, en la que me he adentrado este mes, permitiéndome sentirla, dándole espacio, invitándola para charlar con ella sobre sus recuerdos y aprendizajes, sobre sus necesidades… Es increíble cuánta información nos puede dar una emoción o una sensación cuando, en vez de tratar de quitárnosla de en medio, le damos la mano y abrimos el diálogo…para, juntas, poder continuar. Porque si se manifiesta puede ser porque contiene un aprendizaje útil para este momento.
Yo quería en mayo dar una flor gigantesca, de muchos colores y con un intenso aroma…pero no era el momento. La flor, simplemente se abre permitiendo que la vida se exprese a través de ella, no eligiendo colores, formas o tamaños. Y yo quise controlar la primavera, tal vez porque sabía que este año me tocaba una flor pequeñita, discreta…sin mucho olor… de esas que nunca destacaría…de esas que camina despacio.
Después de 14 años decidí ser madre por segunda vez y esta primavera me acompañan una flor de 15 años y otra de 9 meses. Está aprendiendo a levantarse y su lugar más seguro para experimentar es mi pierna. ¿Os imagináis la frustración? Yo intentando dar pasos a ritmo de éxito…y la vida, agarrada a mi pierna…parándome…susurrándome al oído: “Camina despacio”…
Así que he comenzado a escucharme, a cambiar planes, a pasear mi discreta flor y a disfrutar del momento…y de todo lo que permite un paso lento…muy lento.
Te deseo un feliz florecer, independientemente de la flor que te toque dar este año.