Esta actividad de programación neurolingüística para niños está enfocada a recuperar estados de calma y tranquilidad. Es un bote para fabricar con ellos que nos va a permitir conectar con un estado que necesitemos recuperar, por ejemplo, la calma. Es un recurso que me parece ideal a partir de los 7 años. Para niños más pequeños, os recomiendo el bote de la clama de María Montessori.
Como todo, absolutamente todo lo que vayas a proponer a los niños, mi recomendación es que SIEMPRE lo hagas tú primero.
No puedes pretender que crean en la magia del bote si tú no crees en ella. Y, más allá de eso, si tú no la utilizas. Porque si sabemos que algo funciona lo lógico será que lo utilicemos, ¿verdad?
¿Qué es el bote mágico? Es un bote que decoramos junto a los niños y que vamos a llenar de recuerdos de momentos que nos aporten calma (por ejemplo).
Te propongo dos formatos: el de bote o el de caja, para que puedas escoger el que más se adapte a la creatividad del niño. También te propongo que escojas el recurso que mejor os venga…ya que puede ser el bote de la calma, el bote de la confianza, el bote de los momentos felices, el de la fuerza…Pregúntale.
Una vez tengamos claro el formato y el recurso, consiste en recordar momentos especiales en los que ese recurso estaba presente y meterlos en el bote representados en un dibujo, una concha de mar, un papelito con algo escrito que te recuerde a ese momento…todo vale. ¡¡Todo lo que quepa!!
¿Es importante que recordar un momento concreto? No vale “cuando vamos a la playa”. Va a ser más eficaz si escogemos uno de los días, uno de los momentos en los que estábamos en la playa, porque de esa manera el cerebro va a saber con claridad de qué le hablamos, qué rutas neuronales queremos qué se activen, qué recurso exacto queremos recuperar.
Una vez terminemos de elaborarlo, podemos escoger un lugar especial. Mi recomendación es que sea un lugar en el que lo vayamos a ver habitualmente, para que esté presente a nivel inconsciente y para que lo sigamos alimentando.
Este bote, si lo hacemos un día con mucha ilusión y luego lo dejamos en una estantería cogiendo polvo no servirá de mucho. Para mantener viva su magia hemos de alimentarlo.
¿Y cómo se alimenta? Pues verás, creo que esta sencilla técnica funciona por dos cosas:
1) El poder de la intención y de la atención: cuanta más atención pongamos en el bote, cuanto más mimo pongamos al hacerlo, en decorarlo…más va a funcionar. Nuestra atención es una energía muy poderosa. Cuanta más intención, cuantas más ganas haya de que funcione, de conectar con ese recurso y de cuidarlo; igual. Por eso es importante que el recurso sea algo que al niño le importe. No vale escoger calma porque yo necesite que el niño se calme. Igual, para calmarse, necesita fuerza, dejar de sentirse débil frente a los demás o las situaciones que para él son injustas; para así, poder calmarse. Confía en que el recurso que elija es el que necesita y no trates de imponer el tuyo.
2) Cada uno tenemos en el interior los recursos que necesitamos. No calmo al niño porque le doy calma, sino porque le ofrezco el contexto y el espacio en el que poder conectar con ella. Para que el bote funcione es fundamental que confiemos también en que esa magia está ahí, en su interior. No hemos de intentar aportarla desde fuera. Así que los momentos que escoja serán los adecuados…y aunque tú no entiendas muy bien por qué…él probablemente no necesite entenderlo…permite que escoja los recuerdos que quiera sin filtro ni juicio.
¿Y entonces cómo se alimenta la magia? Dedicando más días, más ratitos a llenar más el bote, a crear nuevos recuerdos de momentos y utilizándolo en los momentos en los que sintamos que lo necesitamos.
No vale solo con abrir el bote cuando el niño esté nervioso o triste…para facilitarle esa conexión con su recurso te propongo:
– Pídele que escoja un recuerdo y que inspire profundamente, como oliéndolo y que recuerde los olores de aquel día.
– Puedes invitarle a cerrar los ojos (hay niños a los que no les va a gustar cerrarlos y que son muy imaginativos con los ojos abiertos) y a recordar las imágenes de aquel día, los colores, lo que veía de lejos y de cerca…
– También invítale a escuchar los sonidos de ese día, lo que oía.
– Y a sentir el cuerpo “como si estuvieras ahí, ahora” .
Recuperar el momento es recuperar la energía y también activar las rutas neuronales. Este proceso puede necesitar un ratito o puede suceder de manera automática.
Le podemos invitar a usarlo, pero no puede ser algo obligado, eso anula la magia por completo.
Si no quiere utilizarlo puedes usarlo tú pidiéndole permiso, o tener tú tu propio bote de calma para cuando lo necesites porque estás perdiendo la paciencia porque el niño no se calma. ¡Funciona! Es mágico.